sábado, 26 de marzo de 2011

Ensayos

Una light, por favor
Dicen que los españoles hemos evolucionado con los tiempos. Después de cuarenta años de Dictadura durante los cuales cualquier cosa que tuviera que ver con la lengua inglesa era desechada con la llegada de la Democracia y, posteriormente, gracias a nuestra entrada en la Unión Europea, los españolitos hemos adoptado anglicismos ya sea bajo la modalidad de préstamos o como extranjerismos.

“Un estudio de la Real Academia de la Lengua Española ha expuesto que solamente ciento treinta palabras en inglés son de uso corriente en el español, frente a los noventa mil vocablos del idioma de Cervantes. Dicho estudio se comprobó a través de un sistema electrónico llamado El Búho, el cual era un lector de Diarios y libros. Además, la Rae seleccionó los anglicismos que habíamos cogido prestados y desechó aquellos que se había transcritos mal. Finalmente, se dejaron sólo los que se tradujeron bien”. (http://es.wikipedia.org/wiki/anglicismo)

“Otro estudio estadístico de W.F. Mackey (1976) sobre la cuantificación de los anglicismos léxicos en los medios de comunicación social, particularmente en los diarios españoles relevantes de Estados Unidos y de España, pone de manifiesto la posibilidad de análisis y cuantificación de los ya mencionados anglicismos léxicos con una clara delimitación de los préstamos integrados. Los resultados globales demuestran que los extranjerismos superan a los préstamos, pues mientras contamos con 1225 de los primeros (el 80,12% del total de los anglicismos léxicos) sólo tenemos 304 préstamos (el 19,88%)”.(http;//congresosdelalengua.es)

Con el transcurrir de los años, y gracias a los avances de las Nuevas Tecnologías, hemos adoptado cada vez más palabras de origen anglosajón como hard disk que son utilizadas en nuestra vida cotidiana. También las hemos acogido debido a la influencia de los medios de comunicación: prensa, radio, televisión e Internet en temas tan importantes como: economía : business, deportes:  fútbol, footing , etc.

La televisión es un medio extraordinario para propagar todos los extranjerismos y préstamos que tan gustosamente hemos hecho nuestros. Este medio, junto a los ordenadores, con Internet, han hecho mella sobre todo entre la juventud de nuestra querida patria. Los  jóvenes (la gran mayoría) opinan que no hacer nuestros los anglicismos significa no estar acorde con los nuevos tiempos. Los cada vez más escasos hablantes que conservan su identidad lingüística son catalogados como antiguos, carcas e incluso hay quienes se mofan de su manera de hablar. Nuestro idioma se nos ha quedado viejo, desfasado y debemos ser tan modernos que nos da igual que la lengua de Cervantes se pierda. Hay veces que estas palabras traídas de fuera enriquecen el español, pero dejar que otras sustituyan las nuestras, muestra una falta de amor total  por nuestro habla, nuestra tradición lingüística. Llegará un momento que muchos jóvenes españoles no sabrán decir vestíbulo en lugar de hall, kleenex en vez de pañuelo o tebeos en lugar de comics.

La pérdida del concepto de identidad española,  de  la identidad del habla canario, en vez de producir tristeza e incluso rabia en algunos, produce gran alegría en muchos… Si no lo haces estás out, no estás en la onda y esto ocasiona a veces, profundas brechas generacionales entre la gente mayor y la juventud. Conservar la identidad del propio idioma significa estar orgullosos de nuestras palabras pero no permanecer cerrados porque la diversidad y no la aniquilación enriquece, aunque tampoco debemos quedarnos inmóviles ante los anglicismos que se comen a los demás términos españoles

Conservar nuestra identidad  significa mantener el estilo español o canario (en nuestro caso) culto. De nada sirve defender una lengua mal hablada porque más que deleitar los oídos de todos aquellos que no son de nuestro país o de nuestra región lo que conseguiremos es que prefieran que usemos los extranjerismos y los préstamos antes de utilizar tal jerga y tal sarta de barbaridades lingüísticas.

Por otra parte ,es justo reconocer que no todos los jóvenes o incluso alguna gente mayor están conformes con sustituir términos españoles por anglicismos aunque otros opinen que da un toque de modernidad y de elegancia. Muchos no suelen decir vamos a tomar un coffee en vez de vamos a tomar un café. Afortunadamente aún quedan personas que no siempre piensan que lo de fuera es mejor y que nadie es profeta en su tierra. A pesar de todo ello, no se puede negar que cada vez más vamos adoptando las costumbres de otros países.

El español es una lengua muy rica y hay quien se preocupa por conservarla y revisarla pero también es verdad que el idioma evoluciona con el pasar de los años. La Real Academia de la Lengua Española se dedica de lleno a conservar nuestros términos lingüísticos y renovar aquellos que lo necesitan, además de introducir algunos nuevos. Debería preocuparnos qué dejaremos para nuestros descendientes… Da mucha pena saber que palabras que hoy hablamos dejarán de transmitirse en futuras generaciones.

Sin embargo, es bueno reconocer que toda esta avalancha de anglicismos y en otros casos de galicismos (aunque este tema no nos compete ahora),es debida a la globalización, al multiculturalismo en el que se encuentra inmerso nuestro país. El abrir nuestras fronteras ha resultado beneficioso en otros tantos aspectos… Aunque seamos de la opinión de conservar nuestras costumbres e identidades. Es inevitable porque la mezcla de razas, culturas, costumbres y valores ha de repercutir sin lugar a dudas en este potaje lingüístico que de un tiempo para acá andamos cocinando en nuestra olla idiomática.


Hay quien siente que estamos a la cola en cuanto a países como Gran Bretaña, Estados Unidos, etc., que somos tercermundistas si no hacemos nuestras algunas o muchas de sus palabras. La cultura americana, por ejemplo, se está imponiendo cada vez más a la nuestra. Claros ejemplos serían Santa Claus y la fiesta de Halloween, dos tradiciones que nada tienen que ver con las nuestras: los Reyes Magos y Los Finaos. No hay más que preguntarle a los niños un treinta y uno de octubre quiénes son Los Finaos o escuchar cómo hablan mucho más de Papá Noel que nuestros tres queridos y añorados Reyes. Todas estas nuevas costumbres y la mezcla de culturas, obviamente vienen cargadas de nuevos términos que hemos acogido como agua de mayo…  Es triste no ver en los hogares el Nacimiento y sí ver el gran árbol de Navidad fruto de la tradición nórdica y no española. Si hasta cantamos los villancicos en inglés y en los cumpleaños el happy birthday. ¡Llegamos a esos niveles! Las palabras nos parecen pocas, ahora queremos ser más modernos y cantar en inglés.

En nuestro país podemos escuchar muy buena música, aunque mucha de ella cómo no, en el idioma anglosajón. Parece que los grupos triunfan más cantando en esa lengua porque les abre muchas puertas a nivel internacional. De esta manera ya no somos los españolitos catetos de la época franquista, los encerrados en su propia tierra. Queremos abrir fronteras y demostrarles que somos tan buenos como ellos.

La cuestión económica es muy importante.: así vendemos más… Aunque nuestra cuasi ignorancia no nos permita ver que no hay nada malo en cantar en español,si no que le pregunten a un americano en Nueva York cómo se llama el que canta tan bien Mediterráneo o le pidan que cante y baile La Macarena. ¿Y quién no ha cantado Corazón Partío?

Es una auténtica pena que no exportemos nuestra rica lengua a países anglosajones y sólo nos conformemos con exportarles nuestro dorado aceite y nuestro increíble vino. Causa risa y a la vez tristeza  las americanadas que con tanta ligereza hemos hecho españoladas. Algunos, puede ser que sean conscientes de la degeneración del español… Pero otros, ¡pobres ciegos!,jamás verán la luz.

¡Ay, si Cervantes levantara cabeza! Si Juan Ramón Jiménez entrara en el Mcdonald   y pidiera una light.  Sería too much.





Ø    La influencia de los medios de comunicación de masas,  sin lugar a dudas, en los niños es tan importante que nos hace reflexionar sobre la manera en que estos medios influyen en su forma de percibir la realidad e interactuar con el contexto social del que forman parte. Hay que admitir que existen medios como la radio, la prensa, internet o la televisión (sobre todo éste último y con las series, como la que se analiza en este trabajo) que facilitan el aprendizaje de conocimientos, actitudes, creencias y valores y de los cuales los niños y adolescentes adoptan como suyos.
Según Morduchowicz, R., (2001) los medios de comunicación, y más recientemente las Nuevas Tecnologías, han modificado la manera de construir el saber, el modo de aprender, la forma de conocer. Los niños de sectores populares (clases sociales desfavorecidas) no sólo aprenden contenidos y acceden a la información. A partir de un programa televisivo incorporan también prácticas sociales que asumen como comportamientos cotidianos en su vida dentro y fuera de la escuela.
A partir de esta reflexión, es bueno reconocer esta influencia de los medios en los niños de las clases menos pudientes. Pero interesante sería enseñar a los alumnos a analizar crítica y reflexivamente todo lo que perciben de estos agentes mediáticos de comunicación como es el recurso escogido para este trabajo: la televisión y el enorme influjo de las teleseries en los niños, preadolescentes, adolescentes y adultos.
Morduchowicz, R.,  (2001) afirma que el contexto social sí afecta a la relación que los niños construyen con los medios de comunicación (Neveu, 1989). Los chicos de las clases sociales pudientes interpretan el mensaje que les transmite la televisión de modo diferente a aquellos que forman parte de un estilo de vida menos afortunado que el suyo.  Todo lo que les rodea y su manera de percibir la realidad va a ser inevitablemente modificada porque conocen una realidad muy acotada dado su falta de culturalización y de visión crítica y reflexiva que tienen debido a las pocas oportunidades que se les presentan utilizan la televisión como un método de escape y de ocio; en definitiva, por la educación que han recibido tanto por parte de su familia como por su  escuela la manera de interpretar la información es muy distinta.
Según esta autora, entre todos los medios de comunicación la televisión es la que tiene mayor presencia en la vida diaria de las familias populares. La pantalla adquiere rápidamente un estatus de amiga que acompaña, de hermana que es cómplice y, no pocas veces, de madre que cuida.
Esta parte de su enriquecedor artículo es de vital importancia ya que hace recapacitar sobre el tipo de educación que se les está ofreciendo a los menores puesto que no sólo en el caso de familias populares de sectores desfavorables se da esta situación  claramente retratada en el párrafo anterior sino también en niños de familias de clase social media-alta. Debido al ritmo de vida actual, en la que economía ha entrado en crisis, como el nivel de vida que se pretende mantener,  se hace necesario trabajar tanto el padre como la madre  y esto está marcando muchísimo en la educación (también emocional) de sus hijos. Los menores pasan bastantes horas solos en casa mientras sus progenitores están ausentes, buscan la compañía de los vídeo juegos, del ordenador y de la televisión para sustituir la falta de comunicación y de afecto por parte de sus padres ya que  no les queda más remedio que obrar de esta manera debido a que hay que pagar una hipoteca del piso, la letra de un coche, el colegio de su hijo o hijos, el sofá nuevo (del que a dudas penas logran disfrutar porque pasan la mayor parte de su tiempo fuera de casa) y tantas otras deudas que llevan sobre sí cual loza difícil de arrastrar. Hijos únicos (ya que es muy caro mantener a una familia numerosa) que buscan en la televisión suplir sus carencias afectivas, sus deseos frustrados de un hermano o de un amiguito con el que compartir sus juegos, sus sueños e ilusiones. Desear que mamá o papá esté más en casa para que les ayude con los deberes, enseñarle un dibujito que ha hecho hoy en el colegio y  le de un abrazo fuerte antes de jugar a un partido de fútbol en el patio de su comunidad.
Tras este presente y futuro que queda de familias cada vez menos comunicativas por culpa del tren de vida actual, es primordial la labor a efectuar por los docentes de los centros educativos: un trabajo a llevar a cabo con sus alumnos para enseñarles a reflexionar de manera crítica antes los medios de comunicación de masas, incorporándoles los medios como objeto de estudio en una “educación en medios de comunicación”. Llevarlos de la mano hacia una alfabetización audiovisual y teniendo estos maestros claro que la escuela ha de estar continuamente reciclándose y avanzando con los nuevos tiempos. Que existe comunicación e información más allá de los libros... Según los datos de la audiencia de la Sofres (1996), el alumnado de primaria- de los 6 a los 12 años- pasa una media diaria de 159 minutos y el alumnado de secundaria- a partir de 12 años- unos 166 minutos, es decir casi tres horas viendo la televisión fuera de la escuela. Estos son datos de 1996 con lo cual hoy en día esto ha aumentado significativamente y aún manejando estas cifras en esos años que ya eran significativas no se adaptaron medidas dentro de la educación cuyos resultados fueran muy significativos porque la realidad del aula no lo confirma dado que la televisión no se contempla. En los centros escolares hay sólo una o dos televisiones por centro.
Además, ya no es sólo preocupante que un medio tan importante no esté presente en la escuela, segundo lugar donde más horas pasa en su vida sino que hablamos de un medio poco preparado para la demanda infantil y como defiende Marta Serrano (2004) en su artículo, la escasa oferta de producción audiovisual y programación específica para el público infantil llevan extraer conclusiones que sitúan a España muy por debajo de los países de nuestro entorno en cuanto a atención y producción audiovisual para los menores así como programación de apoyo para los centros educativos. Este hecho nos vuelve a colocar en el tema de la educación, avances e innovación como los últimos de la cola en la educación europea. Nuestros países vecinos ya trabajan con la televisión como un apoyo escolar y extraescolar, produciendo material de calidad para el niño y no como en nuestro país que determinadas franjas horarias como el mediodía ofrece para los niños una programación muy deficiente y nula de contenido infantil.
Por todo lo anterior, no sólo la escuela debe de educar para la regulación de los contenidos televisivos a los niños sino que los padres también deben ser educados y ejercer control a los niños desde casa. La American Academy of Child and Adolescent Psychiatry nos aconseja que los padres pueden hacer lo siguiente: no permitir a los niños mirar televisión por horas de corrido; al contrario, deben de seleccionar programas específicos para los niños. Seleccionen programas que sean adecuados para el nivel de desarrollo de su niño. Los programas de niños en la televisión pública son apropiados, pero las novelas, las comedias para adultos y los programas de conversación de adultos no lo son. Establezcan ciertos períodos cuando el televisor esté apagado. Las horas de estudio deben dedicarse al aprendizaje, no son para sentarse frente a la televisión mientras tratan de hacer la tarea. Las horas de las comidas son tiempo para conversar con otros miembros de la familia y no para mirar la televisión.
En conclusión la educación debe incorporar un medio tecnológico tan importante dentro de sus prácticas educativas cotidianas haciendo de la televisión un instrumento más dentro del método de enseñanza y aprendizaje, teniendo en cuenta que los niños necesitan una educación específica para su uso con la colaboración estrecha entre escuela y padres.




 

 

 

ANÁLISIS CRÍTICO DE LA PELÍCULA

 

“EL PEQUEÑO TATE”



 1. ¿Qué mensaje transmite la película?
Esta película transmite un mensaje claro sobre los niños superdotados, cómo son, qué síntomas tienen, cómo reaccionan y nos ofrece algunas claves importantes de cómo actuar con ellos tanto en el aula como a nivel familiar. Nos hace caer en  la cuenta de que hemos de tratarlos como al resto de los niños en una escuela inclusiva  y no como si fueran bichos raros. Todo esto lo podemos percibir a lo largo de toda la película ya que Tate es un niño de un  cociente intelectual muy por encima de la media y muestra una serie de características básicas como falta de habilidades sociales, carece de grandes capacidades para la educación física ya que es motivo de burla por estas razones con el resto de su grupo de iguales; posee una gran creatividad para la música (toca extraordinariamente el piano), alto grado de dedicación a las tareas  que son de su interés (aunque no muestra constantemente su gran inteligencia y sus capacidades ya que hay ocasiones en que hace como que se equivoca adrede para no llamar la atención y otras porque se aburre) y una gran sensibilidad ya que es un niño  que necesita ser aceptado por su madre, sus profesores, sus compañeros...
2.      ¿Cuáles pueden ser las causas de las actitudes de estos personajes?
En cuanto a su madre, se niega constantemente a que le hagan test a su hijo ya que teme que lo traten como a un mono de feria y a que lo alejen de ella. Tiene una actitud con Tate muy cariñosa y sobre protectora pero a la vez en ocasiones no le hace mucho caso cuando el niño lee porque lo interrumpe y esto a Tate lo hace sentirse molesto con ella. Finalmente accede a que la doctora le realice las pruebas y se lo lleve a la universidad durante las vacaciones. La madre tiene una gran conexión emocional con su hijo ya que es cuando él tiene frecuentes pesadillas logra calmarlo y esto lo echa en falta Tate una vez que se fue con la doctora a la universidad. Parecía que no la echaba de menos a mamá, daba la sensación de ser frío y no depender de ella, de su cariño pero al final refleja tener las mismas necesidades emocionales que el resto de los niños.
En cuanto al personaje de la doctora actúa como una persona muy observadora, programada y nada espontánea. Algo fría (aparentemente) que trata a Tate como una adulto y no como9un niño. No lo deja jugar sino lo está analizando constantemente para sus estudios y todo juego con el que le deja expandirse son siempre para medir sus capacidades. El niño, un ser de gran sensibilidad, le hace caer en la cuenta de lo sola que está, de que la gente necesita amigos, amor. Casi al final de la película ella le regala al niño “un camión”. Por fin un juguete normal y corriente. Ya no se le analiza como un bicho raro y extraordinario y ya tiene por fin amigos (su fiesta de cumpleaños). Han mejorado considerablemente sus relaciones y habilidades sociales (que comenzaron con otros compañeros de la Escuela para niños superdotados) y poco a poco va venciendo el miedo a ser rechazado.
3.      ¿Realidad o ficción?
Pienso que esta película es reflejo fiel de la realidad que viven algunos niños con altas capacidades. Hay muchos síntomas, muchas situaciones cotidianas que tienen que ver con la realidad y que nos ayudan a caer en la cuenta de cuáles pueden ser las directrices a seguir con estos niños y otras cosas que no deberíamos imitar como los comportamientos que tenían con él sus compañeros, alguna maestra, la misma doctora con él al principio, etc.
4.      ¿Qué es lo que destacarías de la película?
Cuando otro niño con altas capacidades adolescente que era muy rebelde le dice a Tate que lo importante no es tener el cociente alto sino cómo usarlo ya que le da un consejo muy sabio al pequeño porque importantísimo dirigir bien las capacidades innatas y adquiridas.
También destacaría la relación de la doctora con el niño. Era natural que lo tratara fríamente porque aparte de que no era madre, esta había tenido una infancia no muy amorosa por parte de sus padres( no tenía mucha relación con ellos porque estos viajaban mucho) y está claro que no se puede ofrecer lo que no se ha tenido o sentido.
5.      Siendo un caso de un niño con NEAE, ¿qué aspectos consideras necesarios abordar en una supuesta intervención?
·        tratarlo como los demás niños, aceptarlo como es
·        dedicarle tiempo
·        animarle a superar el miedo al fracaso
·        ser flexibles y tener respeto con su trabajo
·        saber que a veces se puede equivocar ( es un ser humano como otro) y puede rendir menos en ciertas ocasiones
·        Estimularle sus capacidades
Ser pacientes en cuanto a su gran curiosidad





La educación: el desarrollo de una actitud ante la vida

Actualmente el proceso de enseñanza-aprendizaje ha tomado como referencia una serie de propuestas pedagógicas de la UNESCO que son tomadas como aprendizajes básicos para el alumno: aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a ser, y aprender a convivir. Estos principios tienen la finalidad de buscar un aprendizaje que sea activo, continuo, integral y cooperativo. La educación en el individuo ha de de ser una formación integral en el sentido que ha de formarse no sólo a través de una manera académica-científica, tecnológica, humanística, social, artística sino que también habrán de trabajarse algunas competencias básicas intelectuales, comunicativas, trabajo en equipo, habilidades sociales… Y cómo no, la cultura y el deporte, porque deben ocupar un lugar importante en el que además se puedan incentivar y desarrollar valores morales, éticos y espirituales así como motivar el cuidado de la salud psico-física y el cuidado y conservación del medio físico, es decir, la naturaleza. Aparte de todas estas competencias los docentes deberán contribuir a desarrollar también todas las manifestaciones artísticas como la música, la danza, el teatro, la pintura, la literatura…
            Los maestros, deberán abogar por un aprendizaje activo y significativo, tratando que sus alumnos no aprendan de manera memorística. El alumno no ha de ser un miembro pasivo, sino al contrario, activo y que contribuya con su reflexión, su actitud crítica, su capacidad de cuestionar e inventar a que estos principios pedagógicos se lleven a cabo. En el niño se ha de dar un aprendizaje constructivo, interactivo y significativo y no un aprendizaje meramente academicista y teórico sino que deberá ser también práctico. Además, es importantísimo enseñarle a aprender: el docente ha de transmitirle al alumno el deseo de explorar, de saber, de querer aprender por sí mismo, de ser autónomo, de ser capaz de autodiagnosticarse viendo sus capacidades y sus limitaciones con vistas a mejorar. Enseñar no ha de ser castigar o desaprobar sino motivar, reconocer y estimular. Pero así como todos estos principios son de vital importancia, también el desarrollo del docente ha de serlo ya que el maestro es mediador y catalizador del proceso de aprendizaje. Deberá apoyar, ayudar a sus alumnos mostrándose disponible en todo momento. Ha de ser percibido como cercano, flexible participativo e innovador, manteniendo una relación más personal con su alumnado. Su formación (la del docente) aparte de la básica constará de formación complementaria, trabajará la motivación, aprenderá técnicas de control del estrés, el autoconcepto, etc.
Cada maestro ha de educar enseñando a vivir, procurando desarrollar el potencial que cada uno de sus niños posee como si de diamantes en bruto se tratara… Su labor habrá de realizarse con entusiasmo, optimismo, implicación personal y de manera constructiva y nunca destructiva. Para el docente educar será enseñar no sólo a vivir sino también a convivir en equidad, libertad, respeto solidaridad y progreso ya que la educación el principal agente de regeneración de nuestra sociedad.

Aportación personal

            Tal como se plantea la enseñanza hoy en día, hemos de reconocer que ha habido grandes avances en la educación. A nivel personal, me eduqué bajo los dictámenes de la Ley de 1970, la famosa EGB y he de señalar la vital importancia de los cambios introducidos en nuestro Sistema Educativo. Recuerdo cómo solía estudiar de memoria la gran mayoría de las materias y cómo la relación con nuestros profesores era totalmente fría y distante ya que ellos estaban siempre subidos en sus elevados estrados. No nos dejaban ser críticos, éramos mentes planas en las que ellos nos plantaban semillas a su imagen y semejanza (todo ello claro está, influenciado en demasía con los tiempos que corrían en aquel entonces: el llamado Franquismo castrador de ideologías y de sentimientos). Aunque algunos maestros fueran republicanos, los pobres míos eran coaccionados, alienados por una Dictadura deshumanizada y llena de hipócritas creencias religiosas que en nada ayudaban a los niños y por lo tanto debían de tratar a sus alumnos como tablas rasas a las que darle forma según los deseos de esta Dictadura.
Era una educación punitiva, desmotivadora, llena de represiones y de miedos, aún mejor, llena de pánico. Para nada positiva en la que no te enseñaban a aprender, a razonar e investigar por ti mismo no fuera a ser que te convirtieras en un “rojo”. No era una formación integral la que recibíamos, era una formación puramente teórica y académica en la que no se inculcaba el trabajo en equipo sino que era orientada de una manera demasiado individualista y para nada se trabajaban las Habilidades sociales:¡Así nos iba! No éramos capaces de hacer cosas nuevas y es que tampoco nos dejaban. Simplemente repetíamos lo mismo de generación en generación y no éramos educados en valores como la solidaridad la equidad o la tolerancia, si acaso algo se podía vislumbrar en la asignatura de religión aunque en esta materia la gran mayoría de las cosas más que ilusionar producían temor y represión. Cómo iban a enseñarnos a que fuéramos equitativos y solidarios si no vivíamos en un país “libre”… Tampoco había demasiada formación por parte de los docentes y eso es algo que actualmente ha cambiado afortunadamente.
En definitiva, que me quedo con el actual Sistema Educativo fruto del consenso de un país democrático y constitucional aunque si bien es de sabios reconocer que aún quedan lagunas pendientes por mejorar. El problema estriba en que cada vez que hay un cambio de Gobierno se modifica la Ley de educación. Y eso resulta en ocasiones volver para atrás en vez de seguir hacia delante como los de Alicante…

Mariluz Medina Cuevas.

sábado, 19 de marzo de 2011

relatos cortos

LA ENCRUCIJADA
            Una mañana calurosa de primavera estaba Sandra en una terracita del Paseo Marítimo de Cádiz, junto a la Playa de la Victoria. Se encontraba charlando con un joven de unos veinticinco años llamado Alberto. En dicha terracita, había varias mesas con sombrillas desplegadas ya que ese día había amanecido bastante soleado. Las mesas no estaban totalmente ocupadas, así que el ambiente era muy tranquilo.
            De repente, se acercó un camarero hacia ellos, parecía de origen suramericano aunque Sandra se quedó observándole, tratando de adivinar de qué país del otro lado del charco podía ser.
-¡Buenos días, señores! ¿Qué desean tomar?
            Sandra, una atractiva morena de mediana edad, en torno a los cuarenta y cinco años, le respondió:
-Me gustaría un té con leche y un donut, por favor.
-¿Y usted caballero?
            Alberto, de pelo rojizo, tez muy blanca y silueta atlética le contestó que le gustaría que le trajese un zumo de naranja recién exprimido y un sandwich mixto. Cuando el camarero hubo anotado la comanda, le preguntó a la señora:
-¿Quiere que me lleve la silla que sobra? Había una tercera silla vacía.
-¡No, gracias! Estamos esperando a otra persona.
-¡De acuerdo! Entonces la dejaré en su sitio.
-¿Estamos esperando a otra persona? Preguntó Alberto.
-¡No lo sabía! Pensé que este momento era sólo nuestro… ¿Quién va a venir?
-¡Es una sorpresa! Respondió ella.
            Sandra  y Alberto eran pareja, aún más, eran amantes. Se conocieron hacía cuatro meses en un curso de música en el que aprendieron a tocar el piano y la flauta, además de perfeccionar su lenguaje musical. Ese día, esta atractiva morena llegó a la academia antes que el resto de los alumnos. Entró a la clase después de haber dialogado con el profesor y de haberse presentado. Se sentó en uno de los últimos asientos. Al rato entró un joven pelirrojillo muy guapo. Sandra se percató de que el chico se le había quedado mirando y fue entonces cuando ella lo saludó con un cálido ¡buenos días! Él le contestó y así fue cómo se conocieron, iniciando una conversación muy típica del tipo:
-¡Hola soy Alberto! ¡Y yo Sandra! El resto, preguntas tontas, cuestiones más profundas, miradas de atracción…
            El camarero regresó con su bandeja llena de todas las cosas que se habían pedido. Una vez que se hubo alejado, Alberto prosiguió preguntándole a su enamorada que cuál era la sorpresa.
-¡Haz de tener paciencia!
            Mientras tanto, la mente de Sandra divagaba. Su vida junto a su marido Fernando había sido un auténtico tormento. Era un hombre muy machista y celoso. Afortunadamente no habían tenido hijos. Eso lo hacía todo más fácil. O quizá no…Su cabeza estaba llena de dudas. Después de conocer a Alberto, la inmensa soledad que sentía en su ser, a pesar de vivir con Fernando, había desaparecido por completo. Sí es cierto que al principio le costó poder aceptar esos sentimientos y la salvaje atracción que se había iniciado en ella como si de una gran tormenta se tratara. Sabía que ese joven podía ser perfectamente su hijo. Que quizá él podría acercársele por otro tipo de interés que no fuese amor. Por otra parte, también estaba el qué dirá de la gente, lo que pensaría su esposo, su familia y sus amigos. Está mal visto que una mujer madura tenga como pareja a un hombre mucho más joven que ella. Estamos en una sociedad bastante machista porque cuando se da lo contrario, es decir, una relación entre un hombre mayor y una jovencita no hay tantos prejuicios. Ahí quedaba además, la cuestión de su físico: sus kilitos de más, sus arrugas… ¿Por qué un chico tan apuesto y joven como él se había fijado en ella? Una mujer madura, casada y con una vida complicada. Le costó poder vencer esa lucha interna, ganarle la partida a sus complejos, sus dudas, al qué dirán. Todo ello significaba llenarse de valentía y romper con su pasado. Pero, ¿cómo se lo plantearía a su marido? Eso era lo más difícil, él que era tan posesivo. Sandra había sufrido muchísimo con su esposo exceptuando el tiempo de noviazgo y quizá algo más de su vida de recién casados; pero hasta ahí. A partir de entonces se fueron distanciando los besos, las caricias, las rosas, los regalos de aniversario, cumpleaños, Reyes Magos, etc., hasta desaparecer definitivamente. Desde ese momento se inició una guerra de reproches, de ira reprimida y eternos desencantos. ¿Cómo era posible que la persona de la cual se había enamorado hasta las trancas hubiera cambiado tanto?
            Sandra recordaba con inmenso dolor las veces que Fernando le decía que no tocase la flauta puesto que era demasiado vieja para hacerlo. O cuando por ejemplo, él le decía que era una analfabeta por ver una novela en la tele. Una cosa tras otra y así la amargura se fue instalando en el corazón de esta bella y solitaria mujer. No es de extrañar que cuando Alberto en un arranque de sinceridad se le declarase, ella sin dudar en lo más mínimo, le aceptase. Quería cambiar de vida. No deseaba seguir sintiéndose tan sola, tan mal por dentro. Necesitaba volver a sentir un amor que le llenase el vacío existencial que hacía tiempo se había apoderado de ella.
            Sandra pensaba y pensaba: no podría darle hijos a Alberto. ¿Qué sería de ellos cuando ella estuviese aún más vieja y enferma? No quería ser una carga y veía que era injusto para él. Alberto resultó ser una gran persona, ¡Qué suerte! A él no le importaba ni la edad de Sandra ni sus kilos de más, ni siquiera sus arrugas. Si no podían tener hijos, también existía la adopción y si no, tampoco pasaba nada.
            Divagando, pensando… Así estaba Sandra cuando de repente, apareció un hombre de unos cincuenta años, alto, de pelo canoso y algo subidito de peso. Era Fernando, su marido. Ella le hizo señas con su mano para que él se acercara a la mesa en la que estaba con Alberto. La cara del chico era todo un poema. Se quedó pálido a más no poder en cuanto se dio cuenta de la sorpresa famosa que su enamorada le había regalado. Fernando los saludó sorprendido y casi helado. Poco a poco sus celos se fueron asomando al ver a su esposa con un joven muy apuesto.
-¡Buenos días! Dijo Fernando.
-¡Buenos días! Respondió Alberto.
            El camarero al darse cuenta que había llegado la tercera persona, el ocupante de la silla vacía, se acercó para preguntarle qué deseaba tomar. Sandra respondió por él y le pidió que le trajese una tila. Fernando al oírla, se quedó callado y comenzó a contagiarse de la palidez de Alberto. Al rato, el camarero regresó con la tila y volvió a alejarse. Fue en ese instante cuando su marido se armó de valor y le preguntó a su esposa qué era lo que ocurría. Ella, en un arranque de absoluta sinceridad y rozando la locura le contestó:
-¡Tú sabes lo que ocurre! Hace tiempo que intuyes que algo está pasando.
            Fernando ahora no estaba pálido. Su cara estaba más y más roja como si estuviera a punto de estallar.
-Les he citado a los dos para decirles que a partir de hoy voy a ser Sandra Martínez y que no seré más un pelele que maneje nadie a su antojo. Voy a retomar las riendas de mi vida y sí, quizá me esté equivocando en el modo de hacerlo, pero esta es mi decisión: Fernando, te dejo. ¡Quiero el divorcio!. Deseo salir para siempre del infierno en el que no sólo tú me has metido sino en el que yo he permitido entrar. Como bien podrás intuir, porque tonto no eres, estoy enamorada de este chico, mejor, de este hombre que me ha dado en sólo cuatro meses lo que tú nunca has sabido ofrecerme en veinte años de casados. Me ha llenado de amor, de caricias, de besos, de detalles mágicos… Ha entrado en mi vida llenándola de alegría, de luz y lo que es más importante, de respeto.
            La reacción de Fernando fue totalmente inesperada. Se quedó callado, se levantó de su silla, miró a ambos y comenzó a reírse con estruendosas y diabólicas carcajadas. Sandra y Alberto se miraron atónitos y fue entonces cuando Fernando se dio la vuelta y se alejó. Alberto no podía articular palabra, estaba helado. Ella, al ver su cara le dijo:
-Siento mucho haberte hecho pasar por este mal rato. Pero era la única manera de decírselo porque si lo hago a solas en mi casa no sé que hubiera hecho conmigo. Temo mucho su respuesta porque es muy agresivo. No quiero ni pensar cuáles serán las consecuencias a partir de ahora.
            Alberto, como no podía articular palabra, se acercó a ella y la abrazó. Fue entonces cuando Sandra entendió que Alberto realmente la amaba.
-A partir de este momento, continuó ella, no volveré más a mi casa. Ni siquiera a recoger mis cosas. Me iré a casa de mi madre.
¡No, amor! ¡Eso no es necesario!, dijo él. Vivamos juntos en mi apartamento.
-¡No sé!, continuó Sandra. No quiero ponerte en una encrucijada. El elegir seguir tu vida como hasta ahora, sin ataduras o cargar con una mujer madura llena de grandes problemas.
-¡No te preocupes que esa es mi decisión! Le contestó Alberto. A partir de hoy tú y yo iniciamos una nueva vida: la nuestra, lejos del dolor y del miedo.
Sandra comenzó a llorar.
-¿Por qué lloras, amor? Le Preguntó él.
-Lloro porque sé que en ti he encontrado un camino, una ventana abierta hacia la libertad.




Nochebuena Inolvidable

Era una noche fría de Nochebuena ,  caía la nieve fuera, en la calle y sus copos blancos y relucientes iban resbalando por el cristal del ventanal del salón. A través de él se podía observar las estrellas en un cielo limpio a pesar de la serena nevada. Esta historia, mi historia , comienza en un ático de un adinerado barrio de Londres. Me encontraba en él durmiendo cuando de repente sonó mi móvil. Era el comisario Smith que me llamaba para avisarme  de que debía ir a investigar un asesinato que se había realizado en una gran mansión a las afueras de esta ciudad .Total, que me sacaron de la cama para que descubriera a un asesino. Me llamo Oliver Parson, tengo treinta y cinco años y soy policía experto en casos de asesinatos y homicidios. Esta noche me encuentro solo en mi ático en el que de vez en cuando duermo con algún rollo de turno porque si he de ser sincero, tengo un don especial para atraer al sexo femenino ya que según opinan algunas, no soy precisamente difícil de ver. Soy alto, de metro noventa, rubio, de ojos verdes y cuerpo musculado gracias a largas horas de gimnasio.
-Oliver, le habla el comisario Smith. Ha de dirigirse a  una mansión a las afueras de la ciudad , concretamente a el barrio de Bloomsbury porque allí se ha encontrado el cadáver de una niña de cinco años. Por favor, vaya y averigue todo lo que pueda porque a partir de este momento está usted en el caso.
-¡De acuerdo comisario, iré para allá lo antes posible!
            Me precipité tan rápido de la cama que sentí un ligero mareo que me dejó patinando durante unos segundos. Fui hacia el baño y me metí en la ducha dispuesto a espabilarme de una vez por todas. Tras haberme duchado, me tomé una gran taza de café cargado a ver si de esta manera conseguía resucitar. Bajé hasta el garaje y me percaté de que la luz del mismo no funcionaba. ¡Maldita sea! ¡Justo ahora que es de noche y no veo ni  torta! Como pude y gracias a un mechero blanco que tenía en el bolsillo de mi chaqueta de cuero conseguí llegar hasta mi coche: un BMW descapotable de color negro. Una vez que arranqué me dirigía hacia el lugar de los hechos.
            Cuando llegué a la gran mansión, un mayordomo de  mediana estatura, pelo casi blanco y cara gris me recibió.
-Buenas noches, soy el inspector Parson. Me han avisado sobre la muerte de una niña de unos cinco años.
-¡Sí, señor inspector! Imagínese, los señores están consternados.
-¿Los señores? Contesté.
-¡Sí!, los padres de la niña, los señores Windsord . ¡Pase caballero!
-¿Podría llevarme al escenario del crimen?
-¿Crimen? Preguntó el mayordomo con los ojos abiertos como platos.
- Según me han informado, la niña ha sido asesinada. ¿Es que acaso usted no lo sabía?
-¡Pobre niña! Tan pequeñita que es…
            Fue en este momento cuando pude observar que el sirviente parecía muy afectado al saber que la muerte de la niña no había sido por causas naturales.  Mas, por otra parte, me pareció que su actitud era demasiado exagerada ya que esta niña no era familiar suyo. No sé era una especie de sexto sentido que me decía que este hombre estaba fingiendo. El mayordomo cerró la puerta de una manera tan suave y lenta que parecía como si no quisiera despertar a nadie. Una vez que me introduje en la casa, lo que primero vi fue un enorme hall decorado con cuadros de famosos pintores como Van Gogh y Pablo Picasso. También me llamó la atención que en un rincón de este vestíbulo, justo casi al inicio de una gran escalera había una réplica del el David de Miguel Ángel pero mucho más pequeña. Me quedé observándolo por un instante y pensando cómo un hombre era capaz de hacer con sus manos esa maravilla de formas tan perfectas que más que un ser humano parecía un dios.
 Continuamos dirigiéndonos hacia el lugar de los hechos cuando de repente el mayordomo me introdujo en un gran salón con suelo de mármol blanco, al fondo había un gran balcón en el que pude ver una palmera muy bonita.  A la izquierda de la estancia había un sofá en forma de ele de color lila con cojines amarillos. Delante de éste, una mesa de cristal en la que había varios objetos de plata entre los que me llamó la atención un abrecartas. En un rincón cerca del sofá había un mueble bar de caoba y puertas transparentes. A través del cristal se podían ver las botellas de distintas bebidas alcohólicas debidamente ordenadas. Enfrente, había un mueble con una televisión de plasma muy grande y en lo alto  unas estanterías con numerosos libros. A la derecha del salón se encontraba el comedor, con una mesa de grandes dimensiones en la que había cubiertos para cuatro comensales. Curiosamente faltaba un vaso. Y eso fue algo que me dejó cavilando. En este comedor había una mesa auxiliar con ruedas en la que había bebidas y comida realmente exquisitas. Me llamó la atención una bandeja de plata llena de dulces navideños que parecían tan suculentos que por un instante me entraron unas ganas irrefrenables de zamparme uno de ellos o quizá dos… Cuando me giré casi me quedo helado al ver el cadáver de una niñita de cinco años tumbada boca abajo en el suelo sobre una alfombra amarilla. No había sangre por ningún sitio así que me acerqué a ella después de superar el impactante primer instante, y vi que la niña tenía los ojos abiertos con una cara de horror que me dejó el alma partida en mil pedazos. Llevo diez años ejerciendo esta profesión. Dedicado a los casos de homicidios y asesinatos y jamás me había sentido tan mal como en aquel momento. Es que cuando vez a un niño así no puedes entender el concepto de la muerte. Es algo incomprensible que te hiela el corazón. Es algo insuperable y que te marca para siempre. ¿Cómo puede haber alguien que quiera matar a un ser tan indefenso como es un niño? No lo entiendo ni lo comprenderé jamás.
-Quisiera hablar con sus padres, por favor. Me dirigí al mayordomo.
- Con su padre podrá hacerlo pero me temo que con la madre no porque se le ha tenido que sedar y en este momento está dormida.
-¡Bueno, pues le pido que avise a su padre!
-¡Enseguida, señor inspector!
            Mientras me quedé con la niña continué tratando de buscar alguna evidencia de su muerte. La giré, poniéndola boca arriba y no vi restos de sangre por ningún sitio. Tampoco observé síntoma alguno de forcejeo porque no presentaba contusiones algunas. Pero al mirarle la boca me percaté que tenía restos de un líquido algo amarillento que no sabía descifrar. Así que tomé muestras del mismo para llevarlo a analizar al laboratorio. Toqué parte de él con mi dedo índice y lo olí. ¡Era lejía! ¡Que horror!, esta niña había sido envenenada o quizá no, tal vez fuera un accidente y la menor fue quien se tomó este letal líquido por error. Al poco, entró en la habitación el señor Windsor: un hombre alto y robusto, de pelo rojizo y tez muy blanca (aunque supongo que el color de la misma se debía al tremendo disgusto que se había llevado con la muerte de su hija).
-Disculpe que lo moleste  señor Windsord, pero necesito saber lo que sucedió con su niña.
            El señor comenzó a sollozar y entrecortadamente sólo era capaz de decir : ¡He sido yo, he sido yo!
-Perdone caballero, pero, ¿me está diciendo que usted le dio a beber a su hija lejía? Porque no hay duda de que esa ha sido la causa de su muerte .
-¡Fue un accidente, yo no quería que mi hija bebiera ese vaso!
-¿Bebiera ese vaso? Pregunté cada vez más intrigado. Entonces para quién era, si usted mismo está diciendo que no era para ella ?
-¡Era para mí!
-¿Cómo, me está tratando de decir que usted se iba a tomar la lejía? ¿Es que acaso se ha vuelto loco?
-¡Sí me he vuelto loco por amor! Es que no tenía deseos de seguir viviendo porque ayer por la tarde descubrí a mi mujer haciendo el amor con mi mejor amigo y eso es algo que no podía soportar así que esta tarde, en un ataque de locura , cuando Williams, el mayordomo terminó de poner la mesa para la cena de esta noche, en un impulso casi diabólico me dirigí al cuarto de lavandería y cogí la botella de lejía. La traje hasta el comedor y llené parte del vaso.
-El vaso que falta en la mesa, ¿verdad? Continué yo.
-¡En efecto, señor inspector! Pero cuando lo iba a beber de repente oí un enorme estruendo en el piso de arriba y me asusté tanto porque pensé que mi mujer se había disparado con una pistola que guardo en mi mesa de noche porque esa misma mañana habíamos tenido una gran discusión en la que yo le dije que se marchara de casa y que se olvidara para siempre de nuestros hijos por adúltera.
-¿Nuestros hijos? Pregunté. Pensé que sólo tenían a esta niña.
- ¡Qué va! También tenemos a un niño de diez años al que hace un rato he enviado a casa de mi madre para mantenerlo alejado de todo esto. Aunque me temo que sea imposible que supere esto porque él fue quien se encontró a su hermana bebiéndose el vaso. Pero como el pobre mío no sabía que lo que su hermanita estaba bebiendo era lejía no sospechó nada raro y la dejó bebérselo todo. Así que cuando la desdichada criatura comenzó a gritar y a tocarse el cuello con cara de terror fue cuando mi hijo George se dio cuenta de que algo le pasaba a su hermana y los gritos también se le contagiaron. Como le estaba explicando anteriormente (continuaba narrándome el señor Windsord entre llantos de amargura y dolor) yo estaba en el piso de arriba tratando de averiguar si el enorme ruido que había oído se trataba de la pistola que quizá mi esposa hubiera cogido para quitarse la vida, pero no había terminado de entrar en la alcoba cuando escuché abajo los gritos de mis hijos que me pusieron los pelos de punta. Bajé como pude las escaleras y al entrar en el salón casi me muero al ver a mi hija tumbada en el suelo retorciéndose de dolor gritando que le quemaba mucho. Fue entonces cuando maldito de mí recordé el vaso de lejía que había dejado sobre la mesa del comedor. ¡Dios mío! ¡No me lo podía creer! ¿Qué había hecho? Corrí hacia ella y fue cuando la puse boca abajo tratando de hacerla vomitar pero ya era demasiado tarde. Mi niña dejó de respirar y se me murió entre mis brazos. ¡Soy un irresponsable! Quien tenía que haberse muerto era yo y no ella y menos con esa muerte tan espantosa.
-¿Y por qué no pensó en eso antes de cometer la estupidez de dejar un vaso con lejía en una mesa en la que se está a punto de cenar y más sabiendo que en esta casa hay niños?
-¡Lo sé señor inspector, me merezco que me encierren en la cárcel!  Haga usted lo que tenga que hacer y proceda.
- Esto es algo que deberá de decidir el juez. En sus manos está su futuro.
-¿Qué futuro? Señor inspector, yo no tengo mañana. Ya estoy muerto en vida…
            Algo dentro de mí se conmovió. Sentí una pena infinita por ese hombre ni yo ni nadie más podía darle peor castigo que el que tenía encima al saberse responsable de la muerte de su propia hija. Esa era la mayor condena que se le podía ofrecer a un padre. Así que con gran dolor le puse las esposas , le leí sus derechos y me lo llevé a comisaría a pesar de intuir que todo lo sucedido tenía pinta de ser un desgraciado accidente. Un triste desenlace para una familia que ya había comenzado a desintegrarse. ¡Qué lástima!
            Me quedé pensando sobre lo que podía haber sucedido con su mujer cuando el señor Windsor  había escuchado aquel enorme estruendo en el piso de arriba. Así que ni corto ni perezoso, estando en comisaría le pregunté a él qué había pasado con su mujer.
-¡Nada! Había sido uno de mis sirvientes que había disparado a un zorro que había entrado a  molestar a nuestras ovejas y pensé que el disparo venía de arriba pero se ve que yo estaba confundido. Es curioso, señor inspector, esta mañana era yo el que le quería quitar a mi esposa mis hijos y a estas alturas soy yo quien los ha perdido. Ese es el justo castigo que merezco por ser tan irresponsable. Para mí ya nada tiene sentido. Con mi acto egoísta y cobarde de querer quitarme la vida sólo he conseguido perder lo que más quería en este mundo: esas dos criaturitas que para nada se merecían este fatal desenlace. Jamás olvidaré la horrenda agonía que tuvo mi niña para morirse… La mejor sentencia será tener la valentía de seguir viviendo hasta el fin de mis días con la peor condena que un ser puede tener: saber que es culpable de la muerte de su hija y que no puede darle marcha atrás al tiempo. Entonces nunca hubiera ido al lavadero a buscar esa maldita botella de lejía…